TDA/H



La escuela es la primera instancia formal donde niños y niñas manifiestan sus potencialidades y también sus dificultades. Es frecuente escuchar de parte de profesores que en sus aulas tienen niñas y niños inquietos y con dificultades para seguir el ritmo de la clase. Niños que interrumpen el desarrollo de las actividades de aprendizaje, que importunan a sus compañeros, y que algunos, no logran los aprendizajes esperados (Mineduc, 2009).

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es un desorden muy frecuente en la psicopatología infantil, afecta a alrededor del 5% de la población en todo el mundo y entre el 3 y el 6% de niños en edad escolar, y persiste en los adultos en el 40% de los casos. (Iglesias,Gutierrez, Loew y Rodriguez, 2016)

¿Qué es el Trastorno de Déficit Atencional (TDA)?

Es un trastorno de inicio temprano, que surge en los primeros 7 años de la niñez y se caracteriza por un comportamiento generalizado que presenta dificultades de atención (inatención o desatención), impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad. Este comportamiento se da en más de un contexto o situación (hogar, escuela u otro) y afecta a los niños en sus relaciones con su entorno familiar, social y educativo evidenciándose con mayor claridad cuando inician su experiencia educativa formal: la incorporación al establecimiento escolar.

En general, dentro de este Trastorno se identifican dos tipos:

Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad (TDA/H):
Niños que además de las dificultades de atención presentan dificultades para controlar sus impulsos (impulsividad) y un permanente y excesivo movimiento sin un objetivo concreto (hiperactividad).


Trastorno de Déficit Atencional sin Hiperactividad (TDA sin Hiperactividad):
Niños y niñas que no presentan hiperactividad asociada a las dificultades de atención. Son niños y niñas tranquilos(as) que parecieran “estar en la luna”.


¿Cómo se diagnostica el Trastorno de Déficit Atencional con o sin Hiperactividad?

El TDA/H ha demostrado que el apoyo específico en el ámbito emocional, interaccional, pedagógico, conductual y farmacológico, cuando está indicado por un médico, es más efectivo en tanto más oportunamente se inicie. Es decir, reconocer tempranamente las dificultades de atención e hiperactividad en niños, permite trabajar con ellos incorporando soportes específicos y, sobretodo, evitando dificultades emocionales, conductuales y de aprendizaje asociadas.

Sus síntomas usualmente se reconocen una vez que el niño inicia su educación formal, ya que se les demanda un comportamiento más estructurado y períodos mas prolongados de atención y concentración que, aunque adecuados a su edad, el niño con TDA tienen dificultades para lograr. Usualmente el diagnóstico se realiza a partir de los 6 años de edad, aun cuando en el 70% de los casos se recoge, a través de la historia, la presencia de conductas típicas del Trastorno desde antes de los 3 años. Los especialistas que habitualmente están involucrados en este proceso son el Pediatra, Médico familiar, Neurólogo, Psiquiatra Infantil, Psicólogo y Psicopedagogo (Mineduc, 2009).

Un alto porcentaje de niños y adolescentes con trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) no consigue resultados académicamente satisfactorios, debido, entre otras razones, a la poca organización en el estudio y el desconocimiento de técnicas y recursos para abordar las tareas escolares. (Iglesias,Gutierrez, Loew y Rodriguez, 2016)

Frente a ésta y otras dificultades es frecuente que se establezca un “círculo vicioso”:

(Mineduc, 2009)

Hay que explicarle al niño qué tiene y, sobre todo, si es mayor hay que darles estrategias para mejorar la inatención. “Muchas veces llegan a la adolescencia con una baja autoestima, con la sensación de que no son autosuficientes porque no hacen las cosas bien. Son niños que reciben muchas críticas a su alrededor”. En algunos casos el TDAH se complica con otros problemas: ansiedad, depresión, o trastornos de conducta y trastornos negativos desafiantes. En estas situaciones es muy importante que el niño reciba psicoterapia (Iglesias,Gutierrez, Loew y Rodriguez, 2016)

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